Leptospirosis

Leptospirosis

La leptospirosis es una zoonosis de importancia mundial y que afecta a diversas especies animales. Es causada por infección de la espiroqueta Leptospira interrogans, que se presenta con serotipos antigénicamente distintos. Se ha determinado mediante aglutinación cruzada y pruebas de absorción de aglutininas, que estas especies se dividen en serogrupos diferentes (por ejemplo, Leptospira canicola, L . icterohaemorrhagiae, L. pomona) y existen múltiples organismos antigénicamente diferentes dentro de cada serogrupo, los que se conocen como serovares. Éstos se mantienen en la naturaleza en reservorios de animales silvestres y domésticos que sirven como fuentes potenciales de la infección para los seres humanos y para otros huéspedes eventuales. El huésped reservorio y huésped incidental varían con cada serovar, así como con la localización geográfica.

Varios serotipos antigénicamente diferentes de L. interrogans son responsables de la enfermedad en los perros. Los más comunes y sus reservorios incluyen L. canicola (perro), L. icterohaemorrhagiae (roedores), L. gryppotyphosa (mapache, zorrillo, ratón de campo), L. pomona (bovinos, cerdos, zorrillos). La leptospirosis tiene una distribución estacional, siendo más frecuente entre fines de verano y principios de otoño.

El huésped animal que actúa como reservorio libera la bacteria en forma intermitente, a través de la orina, para penetrar por las membranas mucosas y por la piel lastimada, multiplicándose rápidamente al entrar en el espacio intravascular. La bacteria se sigue propagando por el organismo y se reproduce en varios órganos y tejidos, como el renal, hepático, esplénico, nervioso, ocular y genital, aunque las bacterias pueden persistir en los riñones y se elimina en la orina durante semanas o meses. La extensión del daño a los órganos internos es variable, dependiendo de la virulencia de la cepa y de la susceptibilidad del huésped.

Los diferentes serotipos tienden a producir una enfermedad clínica con características particulares, renal, hepática y vascular. Sin embargo, todos los serovares de Leptospira pueden producir insuficiencia hepática o renal. En la leptospirosis aguda y severa puede observarse edema tisular y coagulación intravascular diseminada (CIV), provocando hemorragia y lesiones agudas del endotelio. Los lipopolisacáridos de la pared de la bacteria estimulan la adhesión de neutrófilos y la activación plaquetaria, lo que puede precipitar alteraciones inflamatorias y de la coagulación.

El hígado es el segundo principal órgano parenquimatoso dañado durante leptospiremia. La disfunción hepática profunda puede ocurrir sin grandes cambios histológicos debido a que los daños producidos por la toxina son subcelulares. El grado de ictericia en la leptospirosis canina y humana por lo general se corresponde con la gravedad de la necrosis hepática y los animales jóvenes son los más afectados.

Muchos perros con leptospirosis desarrollan azotemia debido a la insuficiencia renal aguda. Los hallazgos hematológicos en los casos típicos incluyen leucocitosis y trombocitopenia. La anemia es parte del cuadro clínico de la enfermedad y su magnitud parece depender del grado de toxemia. Los recuentos de leucocitos varían según la etapa y la gravedad de la infección. La leucopenia es común en la fase de leptospirémica, pero con transiciones a leucocitosis y desviación a la izquierda neutrófila. La trombocitopenia y el aumento de los productos de degradación del fibrinógeno suelen encontrarse en perros con infección por el serovar L. icterohaemorrhagiae. Sin embargo, los otros parámetros de la hemostasia suelen encuentrarse dentro de los intervalos normales en la mayoría de los perros, lo que sugiere un mecanismo de compensación hemostático. Los perros gravemente afectados suelen tener daño del endotelio vascular, con hipofibrinogenemia y trombocitopenia secundaria a la CID. El aumento de las concentraciones séricas de urea y creatinina se observan en los perros con una intensidad dependiente de la insuficiencia renal. Las alteraciones electrolíticas por lo general son paralelas al grado de disfunción renal y gastrointestinal. Puede presentarse hiponatremia, hipocloremia, hipopotasemia e hiperfosfatemia, mientras que la hiperpotasemia y la hipoglucemia se pueden desarrollar en perros con insuficiencia renal terminal. La hipocalcemia leve está relacionada con hipoalbuminemia y con disminución de la concentración de la fracción de calcio unida a proteínas. El daño hepático se refleja en un aumento de la actividad de la alanina aminotransferasa (ALT), aspartato aminotransferasa (ALT), lactato deshidrogenasa (LDH) y fosfatasas alcalinas (ALP). La concentración de bilirrubina también se incrementa, de acuerdo al grado de colestasis. Las alteraciones en la orina puede incluir glucosuria, proteinuria tubular y bilirrubinuria. El examen microscópico del sedimento de orina puede presentar aumento del número de cilindros granulosos, leucocitos y eritrocitos. Las leptospiras pueden observarse en el examen microscópico del sedimento teñidas con nitrato de plata o con microscopía de campo oscuro.

El diagnóstico de leptospirosis se basa en la combinación de la información epidemiológica, los hallazgos físicos y los inespecíficos de laboratorio, más las pruebas de confirmación. La enfermedad clínica es similar, independiente del serovar involucrado. Todos los serotipos son capaces de producir daño endotelial, vasculitis, y las complicaciones agudas como la CID y el edema.

Las pruebas confirmatorias incluyen pruebas serológicas para detectar la producción de anticuerpos específicos. Los títulos de anticuerpos muy altos son indicativos de infección activa y la evolución de los títulos séricos aporta información sobre el pronóstico. La prueba L-MAT (Leptospira Microagglutination Test) es el método de diagnóstico estándar de referencia internacional para la confirmación serológica de una infección reciente y pasada. Utiliza antígenos vivos y es de alta sensibilidad y especificidad para el serovar infectante. Esta técnica se emplea para detectar anticuerpos el suero, para identificar los aislamientos bacterianos, para clasificar las cepas y sirve de base para evaluar cualquier otro método serológico diagnóstico de esta enfermedad. La batería que se usa como antígeno está representada por los serovares más prevalentes del área. Sin embargo, en aquellas regiones en donde no se conoce los serovares circulantes, la OMS recomienda por lo menos una cepa de referencia representativa de las especies más frecuentes.

La detección directa de la bacteria puede hacerse por cultivos de orina o sangre y por la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), que identifica fragmentos del DNA de la leptospira. Esta técnica de biología molecular juega un papel importante en el diagnóstico temprano de la leptospirosis, enfocado en la detección directa de secuencias blanco de ADN de leptospiras en muestras clínicas. La PCR permite la identificación de especies de leptospiras patógenas y no patógenas, así como el diagnóstico de infecciones agudas. La tinción de Fosfatasa Alcalina y la observación mediante microscopía de campo oscuro en orina, también son de utilidad para la detección directa de la bacteria. El cultivo de Leptospira spp. puede ser difícil, especialmente cuando se trata de un serotipo nuevo. Las biopsias renales revelan nefritis tubulointersticial linfoplasmacítica y purulente. Las bacterias a menudo no se aprecian con la tinción hematoxilina – eosina en tejidos, sin embargo, se puede visualizar microscópicamente con tinción argéntica o inmunohistoquímica.